Suena tan fácil como se escribe, pero su trasfondo es bien doloroso y nos tiene que preocupar en todos los rincones, empezando por los de cada uno y su relacionamiento social. Ni el más poderoso del mundo se pudo burlar de algo que nos cayó a todos.
Ya no sorprende ver a parejas, seguidas por sus hijos, en peleas callejeras, escándalos familiares y hasta justificando su indisciplina o comportamiento porque “así somos”, “es nuestro estilo”, “es nuestra vida” y así generando reacciones de indiferencia o hasta algunos metiéndose a tratar de solucionar y son los que llevan las consecuencias.
La capacidad como sociedad se basa en educación, normas y adaptación social que se traduce en encontrar y “soportarnos” con vecinos indispuestos porque los de arriba o los de al lado hacen escándalos y no pasa nada, y por ser de los de abajo es que siempre se le imponen medidas que en últimas debiésemos cumplir todos, pero no es tal… “ley del embudo”.
¿Y qué decir de las famosas cuotas extraordinarias de administración en conjuntos y edificios? que son para pagar los daños o incumplimientos de unos pocos y ahí se crean grupos y no acuerdos, que llevan a pleitos, trámites ante tribunales y discordias para siempre.
En un sencillo encuentro deportivo (de integración) y con toda la familia acompañando se termina en peleas, ataques, groserías y hasta ahí el espíritu deportivo, y lo que queda de recuerdo para los niños… los goles y puntos van para otros lados. Juego limpio se pregona pero al parecer son solo autogoles.
Y en los trabajos de oficinas, públicas y privadas, pululan los egos que se revientan ante cualquier situación que incomoda a las partes y se deja reflejar en la atención al público, en los “lleva y trae” de chismes que desestabilizan, pues son en caliente y se doblegan ante inocentes.
Llegando a la cima de la pandemia hay preocupación del posible rebrote y eso lo debimos interiorizar -como se hace con el baño de los dientes- que es pura autodisciplina y YA.
Nos relajamos o campea la ignorancia y es que a punta de pretextos baratos, sin sustento, o por manipulación cada que termina un cuatrienio de administradores -y en alto porcentaje- nos tenemos que lamentar y pudiendo haber prevenido lo que se iba a suceder. Siempre priman los intereses particulares sobre el porqué estamos como estamos y nos reflejamos en que se han descuadernado nuestros principios rectores y por salvar lo mínimo nos plegamos a las mayorías, a las efervescencias de los personajes y hasta agotarnos por siempre en otros 4 de incertidumbre.
Que la única justificación sea el mejoramiento de condiciones para todos y eso se da mediante diálogo, acuerdos, deponiendo el yo y volver a esos trabajos comunitarios en el que todos ponemos algo que sea parte del bien común. Articulación entre pares e impares. Soluciones YA.
