Preparar los corazones y lo demás al Divino
A menos de 120 horas que nazca el Divino Niño, convertido en la esperanza para que las fuerzas de la fe, de la creencia en milagros, de la verdad, salgan a la luz, estamos que invocamos en cada rezada de novena una fuerte señal que se confunda con los temas musicales o jingles que se convierten en emotivos, patrimoniales e históricos mensajes de las emisoras, de los comercios y de la navidad.
Es tanta la presión para que cada palabra narrada, y hasta convertidas en concurso de lectura, de pérdida del temor a hablar en público y demostrarnos que, si podemos salir adelante, es lo que nos reúne en las salas, patios, terrazas, salones y tarimas.
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Que no se pierda esa tradición, heredada del ecuatoriano, lingüista y misionero franciscano, Fernando de Jesús Larrera, quien con sus escritos por encargo de una prestigiosa dama bogotana, doña Clemencia Caycedo Vélez, es la mejor forma de agilizar las clases de lectura rápida para los niños, -que por culpa de los paros injustificados ya no suben en puntajes de sus pruebas de estado- que se enfrentan en sus corazones más allá de las notas y aprovechan para invocar en la novena, que surtan los milagros a sus peticiones y rogativas.
Por ello es que es mejor pedir regalos que sirvan para el futuro y satisfagan a plenitud, a sabiendas que cada detalle nos proporcionará satisfacciones, emociones, visiones y realidades, como las que debiésemos transmitir luego de las rendiciones de cuentas, a falta de las anheladas ruedas de prensa, que por fatiga de administrativos prefieren poner a rodar en redes sin saber de resultados.
Emociones reales, rivalidades en anuncios para lo que veremos en los canales nacionales de televisión, (en buena hora), en las mesas de trabajo de la radio se escuchan que son los primeros en audiencias a sabiendas que cada cual escucha lo que quiere… pero se olvidan de conquistarlas con formatos, contenidos y voces de experiencia y calidad, poniendo al Divino a que haga milagros, cuando en sus múltiples ocupaciones él ya ha señalado a los encargados de informar con precisión.
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Otros inauguran monumentos en homenaje a los sueños, pero que se hacen realidad con el empuje de empresarios, la sapiencia de dirigentes o gobernantes y por otros lados se pelean por realizar novenas con dineros que van a dilapidar a su gusto, pudiéndolos haber ingresado a los presupuestos de la cultura, pero priman los caprichos y hasta los arreglos con aduladores y ahí unos que van a entrar a los nuevos gabinetes, para concluir que cambian de caras, pero las manos son las mismas…
Y no descuidar el tema de la recesión, que no es de estratos, ni de clases, ni líneas, sino del día a día, y con el ingrediente de un salario mínimo que nos golpeará para “ganar la mensualidad” por un trabajo digno; pero que al unísono subirá los precios de los productos de la canasta familiar, gasolina, y sin contemplación atacará esos bolsillos rebosantes, pero que no alcanzarán para lo necesario, para educar con calidad, para vivir sabroso o apetitoso, sino con lo básico; y así no es.
Porque no conocer las historias es estar condenados a seguirlas repitiendo ¿y la sostenibilidad?, que nos corresponde a todos se la dejamos al inocente y muy noble Divino Niño… Feliz Navidad… !Y YA!
*Por: Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez @ricardocipago
https://twitter.com/boyacasietedias
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