No más gobernar por redes sociales – Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez #Columnista7días
Para algunos de los pregoneros sonará a retrogrado, anticuado, pasado de moda y hasta alejado de las nuevas tecnologías –lo que no es así, pues hemos liderado procesos de estar en las TIC, entronizar las herramientas tecnológicas modernas y hasta integrarnos con ellas- pero es que el titular viene siendo trabajado hace varios años y la culpa no es del sillón sino de quienes somos parte de las entidades oficiales, privadas, de los medios de comunicación, de las instituciones, de los gremios y muchas veces por estas líneas con echadas de vaina a los dirigentes, grupos políticos, empresarios, ‘personajes’ y donde nos faltan veedurías, de los concejos, Asamblea, Congreso y pasando por las iglesias o creencias. A todos nos toca, transversalmente, y por ello se agotó el modelo.
Las cátedras y hasta diplomas o títulos universitarios no sobran, son bienvenidos y sí que dan estatus, pero vayamos al fondo y es que ofrecer ser visibles en redes sociales y plataformas… es como madurar un aguacate con papel periódico -no por las noticias que éste lleva- y ¿para ello tienen en cuenta a las audiencias, seguidores, consumidores y hasta sus equipos de comunicaciones? O es para satisfacer sus egos, pasar a ser influenciadores, que se volvieron en los opinadores o comentaristas de todo, los sabelotodo que sacan a relucir esas cifras, pero en el contacto con comunidades solo es para las fotos, directos, contenidos de esas redes, álbumes personales y dejar para las piezas publicitarias de las campañas o mostrar a sus jefes, para ser tenidos en cuenta.
No se compadece que los últimos gobiernos locales, regionales, nacionales -y del mundo- se hayan atrincherado en las plataformas y se gobierne, con sus anuncios, nombramientos, posiciones, ataques y defensas, posturas de activistas, justificaciones de apoyos, mandar mensajes cifrados o directos, publicar lo que no han podido hacer en los medios tradicionales o ante comunidades, poner en sus cuentas personales –que valga decir ahora son “medios de transmisiones de eventos y sus gestiones…- y presentan como grandes logros de sus estrategas digitales, sus pagos de publicaciones y son sus oficinas de gobierno, en las que imparten ordenes, presentan disculpas, devuelven críticas, felicitan a sus funcionarios y dejan para la eternidad sus sonrisas o gestos.
Que son válidas todas las formas modernas de comunicar, sí, y que no se olviden de enviar a los medios tradicionales –como pasaron a ser llamados los noticieros de gran sintonía, los espacios de la televisión que eran obligados y hasta los de los periódicos- con la convicción que esas fórmulas son complementarias, que llegan a mayor número de gobernados y van dando peso específico a sus futuras ambiciones-mejor aspiraciones- y aunque algunos dicen ser los reyes o mandamases es necesario que no se siga gobernando sólo por redes sociales.
Los resultados no son únicamente esas cifras frías o estadísticas, que nos incluyen por el hecho de ver o seguirles, de un me gusta, compartidas, comentarios o una señal o visualizaciones, que todas son muy respetables, calificadoras, a tener en cuenta, que ya tiene expertos en la materia, pero ¡y de los contenidos, de los contextos, de la esencia de comunicar e informar?, que sea el momento de un pare y tomar impulso. No por tener redes dinámicas se puedan engañar que están haciendo bien las cosas, porque sus seguidores-aduladores así se lo califican, hay que ser realistas, untarse de barro –no para la foto-, o como piden en las convocatorias para un puesto o contrato: demostrar experiencias.
No es estar cerrado al siglo 22, es converger en lo que no se debe dejar de lado, desechar o utilizar a su acomodo. Hay que tener en cuenta a todos los niveles de edad, de estrato, de educación y pensar en quienes no tienen acceso o posibilidades de estar “enredados”. Gobernar dando ejemplo y no en reuniones, eventos públicos y almuerzos pegados para saber qué dicen o dejan de decir de sus actos y actuaciones.
(*)Felicitaciones a Duitama en sus 203 años de vida republicana, que sean otros 203 y empezar a escudriñar su real fecha de nacimiento… Retomemos el civismo como sello de identidad mundial. Salud!
Por Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez.
@ricardocipago
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