Graduar palabras y acciones – Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez #Columnista7días
No necesariamente debemos copiar lo que nos parece que porque en la vecindad hay tranquilidad, eso sucederá en la casa. Ya hemos vivido consecuencias de tantas pruebas y errores que para llegar a conocer de lo que depararán las próximas medidas o anuncios nadie tiene la verdad revelada y al parecer también se vive al interior de las administraciones o mejor de los funcionarios, que tiene sus brújulas propias.
Vamos observando que los ya comentados bandazos de ciertos personajes -en los niveles de lo público- se van convirtiendo en las realidades o señales con las que nos afirman nos debemos ir acostumbrando porque hacen parte de los cambios y en ellos no es que se atiendan a contextos, cifras, estudios o cálculos realistas de expertos, sino a que eso se prometió en campaña, se recibió respaldo con las votaciones y ya estamos gobernando… no priman los criterios regionales, que no son en todas iguales, pero que definen la progresividad -en las actuaciones- y con las próximas campañas ahí habrá caballitos de batalla.
El proverbio de que “las palabras se las lleva el viento”, pronunciadas por Cayo Tito ante el senado romano, no es otra que la realidad de cada segundo. Por estos lados deben ser por escrito y no con firmar sobre mármol, para prometer que no subirán tarifas o los impuestos, pero no a la fuerza para lograr sus objetivos, esos golpes se deben regular, dosificar y publicitar hacia las comunidades, que en últimas serán los que las paguemos o las recibamos, se supone. No lleguemos a extremos dolorosos, busquemos puntos equidistantes con palabras y acciones.
Por años hemos venido dando confianza o delegando nuestros anhelos y futuro a unos personajes que llevan la representatividad de la sociedad, en las altas esferas del poder, pero a sabiendas que han sido inferiores ahora no todo puede ser por palabras que gusten a los que aplauden o son aduladores del de turno, vamos a las acciones que todos imploramos para vivir en armonía, invocando un pacto social -para todos- pero no con señalamientos, dejando ruedas sueltas para luego justificarse, poniendo alfiles que luego salen en jaque y manipulando las sensaciones-necesidades- para gobernar, desde el de Nariño, el de la Torre, los palacios municipales o administrativos, rosados, multicolores, multiusos o multipropósitos o banderas de la soberanía “popular”.
No acomodarnos sería bueno para consensuar esas soluciones desde las juntas de administración de los edificios, de los conjuntos residenciales, de los barrios o comunas, de los gremios, de los medios de comunicaciones, de las iglesias y hasta de las fuerzas militares; y es que el pregón nos convoca a que sea a tiempo que se dan las posturas, líneas o políticas para jugar sobre la mesa, no a tres bandas, descuidando lo del día a días, del pan coger, de los mínimos vitales y hacer eco a Virginia Woolf cuando sentenció: “nuestros refugios frente al mundo: libros, el mar y la soledad”.
Vamos por unas rutas muy destapadas, con abismos, con actores extraños, con incidencias de miradas con lentes de sol. Es tanta la necesidad de minimizar o graduar todo, que ya solo quedan 27 letras del abecedario, vamos despidiendo con honores del protocolo real a la “ch” y a la “ll”, de sus apariciones fortuitas, para ir concluyendo que vamos reduciendo o agilizando los procesos pero en lo fundamental nos complicamos, nos polarizamos y hasta con suspicacias es que se acomodan con sus astucias, maldad y juegos, que los convierten en “indispensables” para mover las fichas o ponerlas en sitios de privilegio.
En el mes del amor y la amistad que vengan los detalles, los abrazos y los buenos momentos, para que la pasemos sabroso, no con ironía y sí con sentimientos serios, sanos y que las equivocaciones no pasen a ser los manuales de convivencia o tratados para llegar a la totalidad de los niveles, de unos grupos sociales, o tirar por la borda lo que tanto hemos venido cuidando, cosechando y logrando. Cambio y fuera.
* Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez. @ricardocipago
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