PREGONES
Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez.
@ricardocipago
LAS AUTORIDADES
No solo para quienes por delegación,
voto, designación, escogencia, carrera profesional, rangos, títulos o edad,
dignidad y gobierno es a quienes corresponde hacer cumplir las normas que nos
hemos dado, para convivencia o por lo menos como protocolos, cartillas, guías o
cartas de navegación a fin de que haya armonía en la sociedad, pero que por
alguna falla en un eje de su engranaje es cuando se alcanzan las
extralimitaciones, polarizaciones, disidencias y hasta articulación de reacciones
-salidas de madre- y que llevan a lamentaciones, y el girar en círculo vicioso
y sin saber hasta qué grado de complejidad se llegará.
Bien por quienes se han preparado para
ejercerla, para respetarla y dignificarla, pero no faltan los que por una
ambición o presión llegan a desbordarse y hasta que ahora si los impulsan a
contar todo y a pedir que sus compinches hagan lo mismo, olvidando sus años de
estudio, su colegas, sus principios universales, su familia y su entorno
social. Lamentan haberlo hecho.
En estos días donde la sociedad reclama
fe y confianza en sus instituciones, regentadas por esas autoridades, individuales
o por grupos, es donde se les pide rectitud, comportamientos, ejemplo y que a
su interior se tomen las medidas para garantizar la estabilidad de los pilares de
la democracia, que no solo se mide en el orden, frases manidas, en encuestas y
se refuerza en lo dicho por el padre del empirismo Francis Bacon: “La verdad es
hija del tiempo, de la autoridad”.
Se ejerce en un reinado, en un concurso,
en unas elecciones, en una sesión de junta directiva y hasta en un velorio, en
hacer cumplir los códigos de seguridad y convivencia ciudadana, los de conducta
en colegios, de buenas prácticas en empresa e instrucciones, de ética en
nuestras vidas y profesiones y hasta de los que aprobados en conjuntos
residenciales.
Expertos y estudiosos nos hablan de una
docena de tipos o clases de autoridad (formal, moral, tradicional, carismática, racional,
autoritaria, coercitiva, democrática, inconsistente, permisiva, operativa,
administrativa e informal) y una que se aplica según conveniencias o el
personaje.
La categoría de moral es la que todos
invocamos cuando los ataques no miden ecos, vibraciones o reflejos, palabras,
hechos acciones que puedan inclinar la balanza y dejar caer su espada, y por
estas calendas ya no solo con los ojos tapados sino con mascarilla en su boca y
traje especial, para la institución de la justicia, que para otros la de acá no
les sirve, que mejor la de afuera…
A algunos los vemos ejerciéndola mediante
políticas sociales, ayudas, estrategias, planes de gobierno, atención
equilibrada, decretos, resoluciones, memorandos, imponiendo leyes, ejerciendo
la oposición, desbocados en medios y redes sociales o autoritarismos que luego
nos les permiten desligarse, desmarcarse o defender sus cacareadas.
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