Es de lamentar que cuando se tiene la oportunidad de llegar a ser
funcionario se da todo de si, se ofrecen sus mejores experiencias -con sus conocimientos- y se cumple el
horario de forma estricta, pero con el paso de los años se cogen mañas, se
imponen reglas por fuera de las estipuladas y hasta condicionan a sus Jefes
para quedarse con marrullerías y siendo beneficiarios de el honor de servir al
público lo que hacen es servirse de éste y apoderarse de sus entornos.
Desde hace varios años se ha podido sacar a la luz pública que
determinados “Personajes” de las administraciones municipales y departamentales
se creen los dueños de sus cubículos, de sus espacios y sitios de trabajo y
hasta torpedean el normal desarrollo de labores porque si no están nadie puede
sacar de líos, dar soluciones o en el mejor de los casos remplazarles. Que
vaina.
No más burlas a querer quedarse por siempre. Está bien que se quieran
pensionar en sus rutinas pero no a costa de la evolución de las administraciones
o es que tanto han logrado “atesorar” que a los jefes -que llegan cada 4 años-
les da terronera ser víctimas de sus subordinados? Atreverse a encarar a
quienes deben hacerles control y las entidades que tienen la obligación de ser
vigilantes, protectoras y hasta sancionatorias son sordas, ciegas, mudas y
llegan hasta el nivel de estupidez.
No más burlas a utilizar recursos y bienes públicos para demostrar
poderío en un reino que es de mentiras, no más burlas a la sociedad que cada
día exige respeto y pulcritud. Claro que hay miles de excepciones a todo lo
anterior, pero estas no se destacan pues hacen lo de ley…
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