sábado, 4 de agosto de 2012

Somos muy escandalosos


Sálvese quien pueda, parece ser la constante en las esquinas o cualquier lugar de nuestros sitios de habitación, trabajo o desarrollo personal y profesional. Incluso cuando al merecido descanso se trata.
Lo más seguro es que al interior de nuestros hogares habrá las medidas de rigor, pero eso no sucede en los espacios públicos, aquellos que debemos transitar u ocupar. Las normas ambientales están definidas para que los obligatorios ruidos sean controlados, emitidos, permitidos, medidos y reportados. Por acá se hace?
No conocemos de la aplicación de estas leyes o normas y menos de resoluciones o decretos locales, ahí es donde debemos exigirnos para poder bajar los altísimos niveles de contaminación auditiva, que ya nos afecta en toda la integridad, no solo en la salud sino en las reacciones y hasta problemas de convivencia.
Restringidos, controlados, intermedios o moderados y altos son algunos de los umbrales de tolerancia para nuestro sentido más sentido, no entendemos cómo tramitan certificaciones ISO -y se las otorgan- cuando se superan y menos cuando no hay índices, reportes o visitas de campo, a fin de constatar su aplicación.
¡Uy que ruido, pasito por favor, que escándalo, bájele..! exclamaciones que nos permiten regular, por algunos segundos, a los inconsecuentes con estos temas y que no conocen de horarios para sus estruendos. Altoparlantes y amplificadores, bocinas o pitos, campanas, motos, perifoneos, alarmas, sirenas, pregoneros, tráficos pesados, pólvora o juegos pirotécnicos, maquinaria industrial, plantas eléctricas, almacenes, tiendas, tabernas, bares, discotecas y similares, mascotas e instrumentos musicales y vendedores de CD piratas, eventos comunitarios y gimnasios. Y nuestros enfermos, bebés y familiares son los más afectados.
No olvidar en los celulares los sugestivos y escogidos  tonos de llamadas (ringtones) que incomodan reuniones, homilías y hasta sepelios...a quien corresponda normatizar las perturbaciones y amortiguarlas, recurran a las que definen entre 60-65 decibeles al día y 50-55 para la noche, en zonas residenciales y que por falta de control de las autoridades ya han convertido en comerciales; es donde no se cumplen los POT.
Que corresponde a la Policía apoyar la tranquilidad ciudadana, no permitir los vecinos escandalosos, eso poco y nada se cumple, tiene que haber pelea, tropel o llegar a mayores para que contesten, se hagan presentes y tomen las medidas que les han delegado, de una armoniosa aplicación de las mínimas normas de urbanidad e integrar núcleos sociales o tocará utilizar la eficiente tutela y ya. Un silencio por favor...
Retos para aprovechar y oportunidades para trascender. Municipios y conciudadanos llegó su hora y no por medallitas, por grandes premios: salud, tranquilidad, convivencia, respeto y así dormir.
Ricardo Gabriel Cipagauta Gómez Comunicador y Periodista (ricardocipagomez@yahoo.es)

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